lunes, 17 de septiembre de 2007

Día Cuarenta y tres

Maná sigue siendo la música que acompaña las mañanas. Mi estado de ánimo sigue de un lado a otro. Creo que estoy muy frágil ultimamente. Tengo una sensación de que los días pasan rápidamente, pero el tiempo que he estado en esta situación me parece eterno. Casi 6 meses, pueden ser bastante tiempo. Algunas veces en mi vida 6 meses han sido muy poco tiempo, a veces llega fin de año y dices: Qué rápido se fue este año, cosas como: Este año si se fue súper rápido, más que los otros. Yo creo que el paso del tiempo a veces está en función de cuánto lo disfrutes o no. Es decir, cuando disfrutas algo se pasa rápido, muy al contrario; cuando te la pasas mal el tiempo parece detenerse.
Por supuesto, he tenido temporadas malas en mi vida. Sobre todo cuando el mal de amor está. Es un sufrimiento feo, no recuerdo haber sufrido más por otra cosa que no sea por estar enamorado de alguien que no está contigo. Bueno, creo que he roto mi récord personal de sufrimiento a causa de este mal. Recuerdo que siempre me ha costado olvidar a una persona. Lo más que había durado eran precisamente 6 meses. Alguna vez leí o escuché que este mal de amor no pasa de los 6 meses. Porque el cuerpo no aguanta más de 6 meses en estar en esa situación. Se desgasta tanto que al llegar a los 6 meses solito se recupera. Es como si se sacudiera la opresión, depresión y demás para estar tranquilo. Pues si, lo más que había durado en olvidarme de alguien eran 6 meses, mejor dicho, 6 meses en los que duraba la depresión. Pero también recuerdo que era menos dolorosa, me refiero a que si quizá 6 largos meses, pero que al menos poco a poco iban disminuyendo los síntomas de depresión. Sin tanta angustia, sin tanta desesperación, sin tanta tristeza, sin tanto llanto. Digo esto porque estoy a poco de cumplir 6 meses en este estado. Y no le veo fin. Será que sigo albergando la esperanza.
Hace algunos días, ella estuvo triste. Me decía que sentía incertidumbre por su situación laboral, la sentí muy triste. Conmovido le llamé en la noche y logré tranquilizarla. Al mismo tiempo de tranquilizarme yo también. Sólo que mi necesidad de estar con ella ha crecido muchísimo. Ya no soporto. Ya necesito estar a su lado. Al día siguiente de esa llamada ella me confesó que sentía un cosquilleo, un cosquilleo al pensar en mi al sentirme cerca de ella. Yo pensé que era enamoramiento, quizá lo sea; pero ya hay demasiadas dudas. Yo estuve muy bien, en un estado de ánimo bastante calmado, obviamente no total; pero al menos no tan mortificante. El problema es cuando se acerca el fin de semana. Y más cuando llega la tarde-noche y no recibo mensajes de ella. Y no los recibo, estoy seguro, porque es cuando ella está con su novio. Me dan muchos celos.
El Jueves, venía de regreso a casa, manejando la camioneta. No había recibido mensajes de ella y sabía, sentía, estaba seguro que estaba con él. El llanto me ganó, venía llorando de forma tremenda; en un momento el llanto nubló mi vista y apenas veía el asfalto frente a mi, cuando eso sucedió aceleré. Por un instante pensé que ya no importaba nada. Como si deseara estrellarme, dejar de existir. Tuve que contenerme, hacer algo sobrehumano para recuperar el control, recuperar el control de mi vida. Eso es lo que más deseo. Al día siguiente fue parecido. Me desmoroné, la imaginaba con él, pensaba que en ese presiso instante le estaban haciendo el amor y lo peor imaginaba que ella lo hacía enamorada, sin pensar en mi.
El sábado por la mañana estuve muy triste, demasiado triste. Quería olvidarla, sabía que era necesario. Pensé que tenía que terminar con esto. Decirle adiós una vez más, pero de una forma definitiva. En la tarde, tomé el teléfono y le marqué. Tenía que decirle que ya bastaba, que ya me dejara marchar. No pude. Soy demasiado vulnerable a ella. Le dije lo que había ocurrido el viernes, que la había sentido con él. Ella se quedó callada, un silencio que entendí que era verdad lo que había sentido. Cuando rompió el silencio me pidió perdón. Como siempre le dije que no tenía porque pedirme perdón, le dije que no pódía aceptar su perdón porque ella no había pedido que la amara, que ella no había pedido que yo estuviera así. Le dije que comprendía que yo le ofrecía mis brazos; pero que ella ya los tenía, le ofrecía mis besos, pero ella ya tenía besos. Es decir, todo lo que yo le ofrecía ella lo tenía. De modo que ella no pidió que yo me enamorara y eso la libraba de toda culpa. Quizá la plática iba bien. Pero no tuve el valor de decirle que ya bastaba. Le dije, Ya, ya necesito estar contigo. Ella me dijo, cómo últimamente me lo ha venido diciendo: Que quiere estar segura de dar ese paso, que quiere estar completa conmigo sin ningún sentimiento de culpa. Son frases que ella dice que me desarman, que fortalecen mi paciencia. Aunque ya es demasiado fragil, se rompe al menor roce. Esta vez duramos 3 horas platicando y en la noche después del grito de independencia otras 4 horas platicando por teléfono. Un total de 7 horas en ese día. 7 horas que se multiplican por 2.85 el minuto. Y con mi casi bancarrota, será dificil. Pero en esas 7 horas me dijo algo, me dijo algo que no sé si será un error, no sé cuánto pueda afectarme en los próximos días. Dijo que la relación con su novio iba muy mal, que era algo que sabía que tenía que terminar. Dijo que ya no era el mismo amor...
"Como quisiera poder vivir sin aire, como quisiera calmar mi aflicción, como quisiera poder vivir sin agua, me encantaría robar tu corazón..."

martes, 4 de septiembre de 2007

Día Treinta

"Su cabello se blanqueó, pero ningún barco a su amor le devolvía". ¡Wow! ya el día 30, casi un mes, mejor dicho mañana se cumplirá el mes desde que decidí que tenía que olvidarme de ella. Es increíble cuánto he podido soportar en esta situación. Al finalizar este mes patrio cumpliré 6 meses de total y absoluto sufrimiento. "Yo te perdono no hay rencores, solo los dolores... Te lloré todo un río, ahora llorame un mar". Ultimamente me la he vivido escuchando a Maná por las mañanas. Sobre todo la rola de Ojalá pudiera borrarte. Es muy tranquilo el estilo de Maná, en realidad, aunque sus letras son tristes, su ritmo y melodía son bastante tranquilizantes, al menos eso produce en mi. Son como rolas de despecho, pero sin tanto rencor. Y justamente eso quisiera, poder borrarla de mi vida, olvidarme de su nombre, de su existencia. No quiero llegar a odiarla, no quiero y no necesito rencores, resentimientos y todas esas cosas que ocurren.
Ha pasado mucho tiempo, demasiado. Mucho más de lo que quisiera. A veces me pregunto: ¿Cómo es que ha perforado tanto mis pensamientos? ¿Cómo es que puedes aferrarte tan desesperadamente a alguien? Muchas otras, le pregunto al aire como si le preguntara a ella: ¿Cómo es que no me dejas ir? ¿Cómo es que puedes decirme que me quieres? ¿Cómo es que me hablas llorando diciendo que no quieres que me vaya de tu vida? ¿Cómo es que no te decides? No encuentro respuestas a estas preguntas y en realidad yo creo que ni ella misma tiene esas respuestas.
El fin de semana pasado, hablamos el Sábado estuvimos en el teléfono por 4 horas. Ese día después de decirnos muchas cosas, de decirnos que nos queremos, algo ocurrió que la sacó de onda. Se puso seria. Los dos comenzamos a llorar, bueno al menos yo lo hice, de ella no tengo la certeza si lo hizo o no. Ese día, fue la primera vez que me dijo: ¡Te Amo! aunque la verdad es que lo dijo un poco presionada por mi. El hecho es que lo dijo y lo dijo 3 veces. Por supuesto, me desarme, ante esas palabras mi alma se sublevó, me tranquilizó y obvio, mi esperanza creció. Al día siguiente ella estaba demasiado preocupada o conflictuada, a decir verdad, no sé cómo llamar a su estado de ánimo. No entiendo que es lo que sucede con ella. Lo que si sé, es que es demasiado dura con ella misma. Y por regla general, al ser dura con ella pues es dura con la gente que la rodea. Ese mismo día, yo estuve muy tranquilo, triste; pero tranquilo. Es como si al decirme Te Amo, hubiera provocado un efecto de anestesia en mi ser. Triste porque de alguna manera al decirlo, algo había de cierto en ello. Me pude conformar con esas tres veces que lo dijo: pensé que en realidad había amor, mucho amor entre los dos, pero que por circunstancias ajenas a nosotros no podiamos estar juntos. Esa anestecia me duró casi una semana. La ansiedad de no tenerla, de desearla, de amarla llegó a mitad de semana, el llanto volvió, la tristeza e incertidumbre.
El siguiente fin de semana, ella se fue a Puebla a un seminario. Los mensajes eran esporádicos, de hecho ella no tenía credito en el celular. Pero no faltó un solo día sin que me escribiera un mail para decirme que me quería y platicarme cómo le iba en Puebla. Por supuesto, yo le enviaba mensajes al celular y ella los contestaba vía mail. Quizá un tanto cuanto divertido. Aunque yo ya no veo el lado divertido de esta relación.
Ayer, ayer. Fue trágico. Le transcribí un poema. Un poema que le gustó. Siempre le gustan los poemas que le transcribo. En especial de Mario Benedetti. Este que transcribí ayer, no recuerdo de quién era. Pero le gustó. O eso dijo. Yo sabía que irremediablemente ayer estaría con su novio. No puedo hacer nada al respecto. Y lo que es peor, sé que ayer le hizo el amor. Pensar en eso me llevó a la desesperación, me enojé por sentirme en esa posición, me enojé con ella, conmigo mismo. Pero estoy seguro que ayer le hicieron el amor, ayer obtuvo caricias y las dio. Y no fueron mías, ni tampoco fueron a mí. "No tienes corazón, no te vuelvo a amar; te lloré todo un río. Ahora llorame un mar..."